Descentralización.

El último tema a tratar en estos artículos es el tema territorial, un tema propio de España, muy complejo y con matices y orígenes históricos muy difíciles de separar de los intereses y manipulaciones de los políticos actuales.

Empezaré diciendo que este no es un tema realmente de derecha vs izquierda, nada impide ser una persona ser de izquierdas y querer un país centralista o con un gobierno central potente. Del mismo modo ligar completamente la derecha al centralismo es un error absurdo, tanto a nivel histórico como al rededor del mundo, USA podría ser un ejemplo evidente donde la derecha, cuanto mas extrema, mas poder territorial quiere. Incluso históricamente en España, el mayor movimiento contrario a la centralización sería el carlismo, que hizo de los fueros vascos y navarros su gran caballo de batalla, y era ciertamente un movimiento radicalmente conservador. Pero desde la república y la dictadura, en España se ha instalado una cierta asociación entre la extrema derecha y el centralismo y entre la extrema izquierda y el federalismo o similar. Lo relevante ahora no es como se ha llegado aquí, lo importante es que esta correlación es real y además está fuertemente marcada en el imaginario colectivo español.

He dicho extrema izquierda y extrema derecha, porque en el caso de PP y PSOE parecería que ambos están mayormente cómodos dentro del estatus quo actual, con ciertos matices, el PSOE no se opone a diversas rondas de descentralización progresiva, pero muy paulatina, el PP si se opone de forma, a veces agresiva, pero tampoco lo revierte cuando alcanza el poder.

Dicho lo anterior el argumentario de VOX va a dos partes importantes, por un lado a lo emocional, la desaparición de la nación española como fuente de desgracias y por tanto como mal absoluto a evitar, esto ataca una parte muy difícil de contrarrestar, por estar hablando de nacionalismos pasionales. Otra parte ataca duplicidades, gastos de gestión, exceso de políticos, demasiada burocracia, esta parte si podría ser desmontada, pero como muchas veces parte de medias verdades no del todo falsas y las combina con exageraciones y slogans de fácil digestión que hacen tremendamente difícil plantear el problema real que pueda existir en términos racionales, yo creo que lo mejor que se puede hacer en estos casos es apelar a que en caso de duplicidad, lo que se debe desmantelar es el servicio central y no el autonómico, dejando de lado debates sobre si existe o no tal duplicidad, se ataca al centralismo con su propia arma y se los obliga a saltar al primer argumento (el sentimental) haciéndoles perder a parte de los convencidos.

Para abordar el tema territorial en sí hay que tener en cuenta la evolución histórica de España, mas allá de cuando se forma esta como Estado, que creo un debate académico estéril para la política lo relevante es que España es el resultado de la unión de varios reinos, pero estos no se unieron en pie de igualdad en ningún caso. No se trata de trasladar al tiempo y las formas actuales lo que no dejaban de ser formas y modelos medievales, pero la realidad es que a través de matrimonios o de guerras, Castilla se impuso a los reinos de Galicia y León, este último se había impuesto ya en su momento a Asturias, por otro lado Aragón hizo lo propio con Cataluña y Valencia y los dos mas Navarra se unieron al tiempo que conquistaban Andalucía, pero tampoco en pie de igualdad y la primacía económica y cultural de una Castilla que controlaba el comercio americano le dieron superioridad cuando se unificaron los parlamentos. Esto lleva a una situación donde el modelo legal y la organización territorial son el modelo Castellano, dejando sin representación las tradiciones culturales de todos los otros reinos, esto lleva a un cierto grado de asimilación cultural, pero no completa a lo largo de los siglos.

Así es como se llega a la democracia actual, donde en un primer momento se habla de comunidades históricas, porque algunos de los reinos aun conservan parte de su identidad, pero ninguna realidad jurídica que les de participación política. Resulta que en el debate de su momento cala un argumento de forma mas o menos implícito que llega hasta nuestros días, aquel que dice que si tu tienes mas autogobierno que yo, tienes mas que yo, y eso e injusto. Es un argumento absurdo pero que deriva en el famoso “café para todos” que lleva a la existencia de comunidades autónomas en todo el territorio nacional. Este es el origen del problema y el gran pecado original que hace el problema territorial español casi irresoluble.

En primer lugar creer que autogestionar un servicio o competencia, hace tener mas derechos que otro es un absurdo que debe ser rebatido con vehemencia, se transfiere una competencia para adaptarlo a una realidad territorial que desde la centralidad se ignora ya sea de forma deliberada o no, no para tener mas o mejor que otros. Lo importante es tener un buen hospital, no que se lo dirija desde Barcelona o desde Madrid, pero queremos que se dirija desde Barcelona porque la realidad catalana, en temas como la atención al paciente, no se trabaja adecuadamente desde el gobierno central. Esto es así para Cataluña, pero habrá que pensar si también lo es para La Mancha. Y debe aclararse de forma meridiana que gestionar la sanidad para Cataluña desde Cataluña y la de La Mancha desde Madrid, no es menoscabar los derechos de los manchegos, no es reducir su estatus ni menospreciar su realidad. En Gran Bretaña el único que no tiene parlamento propio es Inglaterra, eso no lo hace menos que el resto, si no mas. Este debate se debería haber dado, y con énfasis ya en los años '80, ahora costará el doble, pero debe darse o nunca se solventará el problema.

Por otra parte es cierto que el número de políticos per cápita en España es realmente elevado, es un tema en el que se debería trabajar, ya sea reduciendo cargos “a dedo”, asesores, ministros o consejeros o incluso parlamentarios. No puede ser que el número de políticos necesarios para gestionar la mucho mas democrática y descentralizada Suiza sea la mitad de los que necesitamos nosotros. Eso también reduciría los argumentos del populismo.