La inmigración, el gran error que abre la puerta la nazismo.

El discurso dado por VOX sobre la inmigración no es nuevo, ni original, tal vez resulte mas o menos novedoso en España el tema del gran reemplazo, pero es algo que también viene de viejo, agita el miedo al diferente, el racismo mas puro y duro y lo acompaña de bulos en gran medida, junto con una supuesta censura de los medios a noticas negativas a los migrantes.

La respuesta de la izquierda es también la tradicional, ayudar a los que llegan, esperar que se acomoden e integren según vayan llegando y esperar que la situación no suponga fricciones, achacar al racismo las actitudes no complacientes con esto y despreciar a quien compre todo o incluso parte del discurso de la ultra derecha.

Esto es no saber leer el problema. El racismo es una respuesta, un síntoma, de un problema mas profundo, que es el miedo, pero no un miedo al diferente o un miedo a la violencia, eso es lo que vende VOX pero también se equivoca, eso viene después, el origen es otro, es miedo a la pobreza, no a la ajena del inmigrante si no miedo a la pobreza propia. Miedo a que las migajas que los poderosos dejan a repartir no sean ya suficientes para mi y para ese otro que llega de nuevas. Miedo a que las plazas en los colegios públicos no lleguen para mi hijo y no pueda permitirme uno privado. Miedo a que para atender en el médico a ese que ayer no estaba y hoy sí, haya que recortar esa ayuda pública que tanto necesito. Miedo a ser yo el escalón mas bajo de la economía.

Este no es un miedo irracional, ni fruto del odio al diferente, es un miedo palpable y perfectamente entendible que parte de un supuesto cierto pero ignorado desde la izquierda. Abrir fronteras de forma absoluta es el sueño húmedo de los ultraliberales, de los empresarios explotadores a los que les da igual si un empleado se muere de un golpe de calor en la obra porque otro ocupará gustoso su lugar. La llegada de unos pocos cientos de inmigrantes no va a tener repercusión sobre la economía en ningún grado, pero si llegan miles, decenas de miles, cientos de miles, si se concentran en zonas específicas, si se dedican a sectores concretos, sí tendrán una incidencia bajando la capacidad de negociación de los trabajadores y las trabajadoras frente a empresarios que ven como con facilidad podrán encontrar a empleados menos contestatarios.

Del mismo modo que en el artículo anterior, que haya homosexuales de derechas no debe llevarnos a dejar de defender sus derechos, que los inmigrantes bajen el poder de negociación de los obreros no debe llevarnos a abandonarlos, ni a cerrar fronteras, ni a expulsarlos, nada mas lejos de la realidad, a lo primero que debe llevarnos es a no negar el problema, a reconocerlo y a buscar soluciones, que tal vez no sean obvias, pero en eso debe trabajarse.

Cuando en el siglo XIX y principios del XX se produjo el éxodo masivo de gente del campo a la ciudad, esto también produjo graves fricciones entre obreros, pero el resultado no fue un empeoramiento de las condiciones materiales de todos ellos, si no mas bien un aumento de su fuerza, a través de un mecanismo de gran poder, la asociación de los trabajadores en forma de sindicato. Propuestas políticas útiles podrían ser obligar a los trabajadores inmigrantes a sindicarse, de ese modo se garantizan sus derechos ante empleadores abusivos, se da fuerza de negociación a estos sindicatos, que pasarán a tener un mayor anclaje social, por supuesto vigilando que esos sindicatos no sean falsas asociaciones creadas para engañarlos por mafias o similares. Todo ello acompañado de mayores inspecciones y sanciones para quien contrate a irregulares o para quien pague por debajo de los mínimos establecidos.

Es una posible propuesta, que sin dejar de lado las ideas y planteamientos de izquierdas no ignora el problema, es mas, incluso aun que no se llegase a implementar la medida concreta, incluso a quien no le gusta la opción, el mero hecho de reconocer el problema como tal, llevaría a muchos de esos “obreros de derechas” a replantearse si realmente la izquierda son esos niños pijos universitarios alejados de la realidad que él se imaginaba en su absurda idea.

Esto también se debe acompañar de formas mas claras y útiles de repartir las ayudas sociales o el acceso a los servicios públicos. Cualquier persona informada sabe que en este país no hay ayudas según nacionalidad o etnia, pero no todo el mundo está debidamente informado y es obvio que las ayudas para los mas desfavorecidos van a recaer en quien menos tiene y este suele ser de un color de piel distinto. No es fácil luchar contra la percepción que esto pueda generar en quien solicita una ayuda pública y se la deniegan por no tener derecho a ella, tal vez de forma justa, pero la mayoría de las veces por unos límites demasiado rácanos, por programas depauperados, por varemos subjetivos, etc. Se deben mejorar los procesos de asignación de ayudas, indicando a quien no la percibe, porque en ese programa concreto no encaja su caso, si acaso es otra ayuda a la que tiene derecho. Tal vez, del mismo modo que en otros ámbitos de la administración se ha formado a gente en feminismo, con buen resultado, en esto debería formarse a gente como trabajadores sociales para poder enfocar el tema con quien no tiene derecho a una ayuda y ve como el de al lado si, para evitar que esto genere resentimiento.

En el tema de la integración a largo plazo, de segundas generaciones en adelante, hay que decir que España es un país al que la inmigración ha llegado de forma relativamente reciente, pero aun así ya tenemos una población de segunda generación mas o menos integrada y creo que con relativo éxito, siempre hay excepciones pero parecen poco relevantes, estamos lejos de los problemas de otros países en esto, pero no debe dejar de trabajarse en ello y creo que evitar focalizar a la población inmigrante en guetos endogámicos es esencial para ello, si se acompaña de interés y respeto por su cultura y sus tradiciones tendremos la fórmula del éxito.