El blog de Aetherius Eldritch

El holandés errante o el holandés volador, The Flying Dutchman, es una famosa leyenda de un barco maldito, Según la tradición, es un barco que no pudo volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre es divisado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás.

Hay multiples versiones respecto a la leyenda del holandes volador, pero la original comenzó con el capitán de un barco holandés, un capitán burgués de Holanda llamado Willem van der Decken, quien hizo un pacto con el diablo para poder surcar siempre los mares sin importar los retos naturales que pusiera Dios en su travesía. Pero Dios, omnisciente, se entera de esto y en castigo lo condena a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar tierra, por lo que recibe el nombre de «Holandés errante».

De acuerdo con ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Foke (del siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del buque fantasma. Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un trato con el demonio. En algunas versiones holandesas del mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg.

Frederick Marryat, marino y novelista inglés. en su versión, le da el nombre de van der Decken (que significa «en cubierta»), y recibe el de Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving, escritor estadounidense del Romanticismo.. ambos no se ponen de acuerdo a la hora de llamar «holandés errante» al barco o al capitán.

Asimismo se dice que éste juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta doblar el cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de africa, aunque le tomase hasta el día del Juicio Final hacerlo. Se ha hablado también de un horrible crimen cometido a bordo del barco e incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación, a la que por ese motivo no se permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente, sin posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se ha hablado de 1641 y de 1680.

El Castillo de Chapultepec, situado en el bosque del mismo nombre, es uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad. Ahí vivieron Carlota y Maximiliano de Habsburgo, una pareja de monarcas que gobernó México por muy corto tiempo. Los empleados del recinto dicen que por el lugar deambula el espíritu de Carlota, la mujer que nunca vio realizado su deseo de reinar este país tan lejano al suyo y cuyas promesas nunca materializó. Según los dichos, el piano de Carlota se toca solo por las noches y se escuchan sonidos de pisadas y puertas que se cierran y abren.

La plaza de Tlatelolco ha sido históricamente un sitio sangriento. Ahí Cuahutémoc perdió la batalla más emblemática contra Hernán Cortés: ahí se dio el inicio tajante de la caída del imperio azteca, pues se consumó una batalla icónica que causó numerosas muertes. En este mismo sitio, la peor masacre de estudiantes perpetrada por el gobierno en 1968 devolvió el derramamiento de sangre al lugar: se cree que más de mil estudiantes perecieron esa noche. Finalmente, en el temblor de 1985, uno de los principales edificios se derrumbó causando la muerte de los que estaban dentro. Así pues, es uno de los lugares más permeados por la estela de la muerte en toda la ciudad de México. Se cuenta que por las noches es posible escuchar sonidos de niños jugando, pelotas que botan y el eco de sonidos de la masacre estudiantil, tambores de guerra o incluso hay quien asegura haber visto fantasmas a altas horas de la noche.

La curandera de esta leyenda fue Bárbara Guerrero, mejor conocida como "Pachita". Nació en Parral (Chihuahua), hacia 1900 y murió en la Ciudad de México el 29 de Abril de 1979. Pachita fue la única "cirujana psiquica" conocida en su país y en el extranjero. Fue investigada tanto por mexicanos como por investigadores extranjeros, como Stanley Krippner, Alberto Villoldo, Salvador Freixedo y los mexicanos Jacobo Grinberg-Zylberbaum y el Rev. Pde. José Luis Guerrero, Dr. Carlos Treviño Becerra y Dr. Luis Carrillo Azcárate. Estos tres últimos de SOMEPAR. Pachita desde muy joven empezó a curar por medio de hierbas medicinales y tés y en algún momento de su vida decidió operar, asegurando que el espíritu de Cuahtemoc (último emperador Azteca) se apoderaba de su cuerpo físico para curar a través de ella. Lo llamaba "El Hermanito". Para sus operaciones siempre utilizó el mismo cuchillo de cocina, con el mango cubierto con "cinta de aislar" ya que su mango estaba roto. Siempre operó sin anestesia o asepsia y acostumbraba abrir a los pacientes con el cuchillo, sacar la enfermedad o cambiar el órgano enfermo y cerrar. Los pacientes sufrían mucho y gritaban. Después de que terminaba de operar, ponía un poco de alcohol en la herida y cerraba con las manos Después los vendaba y envolvía en una sábana. Luego de un par de horas, los enviaba a su casa donde tendrían que guardar cama durante tres días. Al cuarto día se desenvolvían, quitaban la venda, se bañaban y desde ese momento empezaban su vida diaria como siempre, tomando solo el jarabe, té o hierbas que ella les hubiera recetado. La fama de Pachita alcanzó todo México y llegó al extranjero, como Estados Unidos, Centro y Sudamérica, y Europa. En sus sesiones era frecuente escuchar gente hablar varios idiomas. Como podemos adivinar, “Pachita” fue una bruja o chamana visitada por numerosos famosos, desde políticos hasta celebridades, después de la Revolución Mexicana. Vivía en la “Casa de las brujas” en la colonia Roma, un edificio que cumple con los requisitos cliché para elaborar toda una leyenda a su alrededor, pues su arquitectura es peculiarmente cargada de ese aire sobrenatural. Se dice que Pachita “vive” aún en la casa y que su silueta recorre el sitio causando ruidos y una presencia poderosa.